Crónica de la subida a Peñalara

Fecha de publicación: May 30, 2011 8:50:3 PM

Domingo, 29 de mayo de 2011

Este domingo hemos subido el pico más alto de Madrid. Peñalara a 2428 mts.

Fuimos en tren respetando una de las motivaciones que teníamos al crear este club de montaña y es que los niños vean que sin coche se puede llegar a muchos sitios. Además para ellos es una oportunidad para ir juntos en el tren y divertirse también en el trayecto. Y también, como no, una oportunidad para nosotros, los padres, para conocernos un poquito más.

A pesar de que parecía que iba a llover decidimos seguir adelante y subir al pico. La primera subida es un poco empinada pero vas por un sendero entre un bosque de pinos espectacular, con unas vistas preciosas de la sierra.

Después del bosque seguimos subiendo un poco hasta llegar a una fuente con un agua riquísima. Donde todos aprovechamos para rellenar las cantimploras. Los niños preguntaron ¿Esta agua es potable? Y Alejandro les dijo: Por supuesto que es potable y riquísima, ya quisiera el agua potable de Madrid parecerse a esta.

Mientras unos cuantos subíamos a ver una trinchera de la Guerra Civil otros pocos descansaban en la fuente. Según nos contó nuestro amigo Alberto “el Durruti” gran conocedor de este tema, se trata de la trinchera más grande de la sierra de Madrid y pertenecía al ejército republicano. Es increíble encontrarse dentro de la trinchera que se conserva estupendamente y pensar lo que sería para los hombres que estuvieron allí durante tres años soportar las inclemencias del tiempo y la soledad en esas alturas.

Seguimos camino de la cima viendo unos nubarrones tremendos en la cima de la montaña y pensando que tal vez fuera imposible el ascenso total. Pero según íbamos subiendo, las nubes desaparecían y pudimos coronar y hacernos la foto de Cumbre.

Después de estar en la cima un ratito, ver las maravillosas vistas de Segovia y Madrid. Y de subirnos varios a la piedra que indica la cima para ser por unos segundos “los más altos de Madrid” , bajamos un poquito para comernos el merecido bocata con dos niños y un padre que se habían quedado un poquito más abajo.

Después de comer comenzamos el descenso por Dos Hermanas hasta la terraza de Venta Marcelino donde nos tomamos un refresco disfrutando del sol y la compañía. Al volver los niños que tan cansados parecían no dejaron de reírse y correr por el tren disfrutando de las últimas horas juntos.

Así discurrió la jornada: